En el siguiente apartado, podrá encontrar tres crónicas en donde se evidenciaron las experiencias de las devotas y devotos siendo parte de la comunidad Hare Krishna de Bogotá. En primer lugar, encontrará la experiencia de Ana María, una fiel creyente de la cultura Vaishnava de Bogotá. Seguido de ésta, podrá disfrutar de una crónica de las prendas que le dan brillo a la mujer Hare Krishna, acompañada de una galería con ilustraciones de las mismas. Por último, está la crónica de almas espirituales, la experiencia de tres hombres devotos, hablando sobre las mujeres de su comunidad.

El brillo de una mujer

Era agosto de 2020, llevábamos aproximadamente seis meses de pandemia y la monotonía se iba haciendo día a día más evidente. La Covid-19 estaba perjudicando de manera permanente la escritura de mi trabajo de grado, sin embargo, entre charlas familiares, claramente virtuales, me contactaron con una mujer, una directiva de la empresa de seguros colombiana Colfondos. Cualquiera que leyera este texto se preguntaría qué importancia tiene una directiva de Colfondos, pero, la realidad es que Ana María Ramírez encaminó su vida por la senda de una filosofía poco conocida en Bogotá. Filosofía que me apasiona, de la que he escrito, pero que con el paso del tiempo y de las entrevistas, aprendo a entender.

 

Los Hare Krishna, son una cultura que llegó desde India, —cuento esta historia ya que, entre audios de WhatsApp y llamadas telefónicas, Ana María se tomó la molestia de contarlas—a establecerse en ciudades del continente americano como Bogotá.

Pasaba el año 1965 cuando el máximo sucesor de la cultura Krishna Swami Prabhupada viajó como polizonte desde India a Estados Unidos con una única misión, traducir y expandir los textos védicos de una corriente religiosa llamada el Vaishnavismo[1] por el continente americano. Desde Norte América, descendió hacia Latinoamérica donde tuvo una de sus mayores acogidas.

 

La situación resultaba extraña ya que la sensación de la conversación no resultaba igual a cuando nos encontrábamos presencialmente con las personas, sin duda, la pandemia cambió hasta la manera de comunicarnos con nuestros entrevistados. Mientras Ana María me explicaba como funcionaba la filosofía en una persona que no estaba de vinculada completamente a los templos o ashrams[1] yo pensaba en como se tomaría en actitud la pregunta del millón, ¿qué se siente ser una mujer dentro de la comunidad Hare Krishna de Bogotá?

Sentí miedo, inseguridad, pero ante todo curiosidad. En medio de una explicación superficial sobre el trasfondo de la cultura, Ana María expresó una frase que encamina el saber y la filosofía Krishna, la tradición oral. Tradición que hoy permite explicar por medio de estas letras lo que para ella significa ser una mujer Hare Krishna.

 

Pensar en lo qué debe ser una mujer, es una discusión que se ha llevado a cabo a través del tiempo, sin embargo, me parece pertinente traer a colación una de las definiciones de Artemisa Flores Espínola, socióloga mexicana; “ser hombre o mujer se vive de diferentes maneras dependiendo de la cultura y como cada una de estas conozca las masculinidades y feminidades” (Espínola, 2004). Esta percepción me lleva a Ana María, quien, por medio de su cultura, de sus creencias, de su filosofía piensa que la mujer es dulce, centro del todo, naturaleza y tiene la fuerza del origen.

 

Esa tradición oral a la que nos encamina Ana María, permite entender las costumbres Hare Krishna que penetran la filosofía de vida del devoto, claro, sus ideales cambian, sus hábitos no son los mismos, y gracias al acercamiento a la comunidad es perceptible que es una cultura que choca con la cultura local. Al ver que Ana María se emocionó con mi pregunta, sentí un sentimiento de amor a la divinidad, pero, ante todo, un amor propio, un sacrificio y un aire de aprendizaje. Ella, con una voz calmada, mientras cenaba algo, me contaba los tres niveles de vibración por el que se rige la cultura Hare Krishna: la bondad, la pasión y la ignorancia.

 

La bondad. De acuerdo con la tradición védica, es decir, con la tradición de los textos sagrados de los Hare Krishna, es el estado pleno en el que el devoto no está en ignorancia y tiene un acercamiento con Dios. Un estado en el que sentía como Ana María estaba siendo bondadosa con su sentimiento de ser una mujer dentro de la comunidad. ¿Cuál era?

 

De manera calmada me la imaginaba comiendo un trozo de maní, y respondiendo por medio de una nota de voz a mi pregunta:  —En el Vaishnavismo, a cada persona se le debe dar su lugar y papel en la sociedad de acuerdo a sus características materiales del cuerpo en el que encarnó— bondadoso, el deber ser, no importa si se es hombre o mujer, sino que su posición social depende de las características que hacen a cada persona, como actúa, lo que aprende, lo que estudia, lo que da, lo que recibe. Sin embargo, ella hablaba del brillo de cada mujer, cada uno tiene uno propio, pero, ¿es el feminismo y la idea de que el hombre pueda ayudar a una mujer lo que hace que la mujer opaque su esencia?

 

La pasión. Su forma de expresarse, de hablar, de decir las cosas e incluso de cuestionar, mostraban su nivel de pasión. —La mujer es dulce, madre, centro del todo, ella es origen. Todas las mujeres somos berracas. Todos brillamos de acuerdo a nuestras características. No importa el sexo o el género en el trabajo, cada quien hace lo que a cada uno se le facilite—.

 

Por como sonaba su voz, la imaginaba en la cocina mirando hacía la nevera, mientras me recomendaba libros sagrados y unos cuantos de filosofía, y además, pensaba en el brillo de cada persona, es esta la naturaleza, es esta la dulzura, es el amor con el que salen las palabras de su boca las que hacen que Ana María sienta un nivel de pasión, tal vez, —caer en la idea de que la mujer no es capaz ha hecho que se pierda la esencia del hombre para ayudar, el hecho de ser hombre con una naturaleza masculina, no hace a la mujer más débil—. Ella, con un pensamiento tranquilo, con ese sentimiento cándido, se sumergió en su ideal, -la mujer puede ser vulnerable y delicada, esto no la hace necesariamente débil-.

 

La ignorancia. De acuerdo a las creencias Krishnas, la ignorancia no tiene una connotación netamente negativa, por esto es un estado, un momento en el que tal vez puedes estar haciendo las cosas de la manera incorrecta, pero, esto no quiere decir que sea castigado o malo. Sin embargo, ¿puede su pensamiento estar en un nivel de ignorancia? No lo sé, no soy quien para definirlo. — El feminismo radical hace a las mujeres frías, no cariñosas, con pena de mostrar su debilidad. En el Vaishnavismo, quien desciende en un cuerpo femenino es un ser vulnerable, delicado, amoroso y con misión de nutrir la familia—

 

Su posición es clara, su pensamiento es sincero, es esta su manera de ver la vida de acuerdo a su creencia. Es posible que cambie, o que se quede así. Las posibilidades son infinitas. Sin embargo, entre más se avanza, más se trabaja en lograr el nivel más importante, la bondad. Como Ana María existen muchas mujeres, niñas, madres, su pensamiento puede ser diferente o no. Pero, desde la antigüedad, desde el primer canto del Maha Mantra[3], la mujer ha estado presente en este movimiento religioso, su esencia, su importancia ante los ojos de Krishna hace que toda esta tradición se vaya transformando a los movimientos sociales que se viven en cada época. Como Ana María, quien con emoción terminó la entrevista, ella por medio de la tradición oral, difundirá y comprenderá que: — la religión sin filosofía se puede confundir con sentimentalismo, y la filosofía sin religión hace que los principios racionales pierdan la esencia de la divinidad—.

[1] El Vaishnavismo es la adoración del Dios Vishnu conocido particularmente por la cultura del hinduismo. Se caracteriza por buscar la forma de escapar del círculo del Samsara para gozar de la omnipresencia de Dios. Carrasco, 2008

[2] Lugar de meditación o centro de enseñanza especialmente dedicado a la práctica del yoga.

[3] Mantra o canto difundido por los Hare Krishna que consta de 16 palabras y por medio de este se difunde el amor a Dios: Hare Krishna, Hare Krishna, Krishna Krishna, Hare Hare, Hare Rama, Hare Rama, Rama Rama, Hare Hare.

El arte del vestir

Con el sonido de una concha, se da aviso a la apertura del altar, la deidad Krishna ha despertado del sueño de la noche, Hari bol, se dicen entre sí los devotos que asisten al Mongol Arti.[1] Son las cuatro de la mañana, las mujeres, mujeres de Krishna están listas para su ritual de madrugada diario. – Hare Krishna, hare Krishna, Krishna Krishna, hare hare, hare rama, hare rama, rama rama, hare hare – se escucha el cantar hacia su divinidad, el respeto ante su presencia y la devoción ante el supremo.

 

Las mujeres traen consigo prendas particulares. Trajes largos, coloridos, llamativos que tienen consigo un aire oriental. Otras de ellas, tienen solo blusones con leggins, y algunas, prendas de uso diario normal, buzos y pantalones. En medio del ritual puedo detallar cada una de las prendas, accesorios y significaciones visuales que ellas tienen en su cuerpo, recuerdo un texto de Ana Martínez Barreiro sobre moda y globalización (2004), en el que explica como aquellas cosas que nos ponemos o usamos a diario, forman parte de nuestra identidad.

– Identidad, nuestra vestimenta representa la concentración y castidad que tenemos los devotos dentro de nuestra filosofía – dice Yiva Tarini, practicante del Bhakti Yoga o como comúnmente se les conoce, Hare Krishnas. Con un tilaka, las cuntis y su punyabí, nos abre un mundo donde la vestimenta de las mujeres Krishna tiene un significado más profundo que una prenda de vestir, una moda o incluso un capricho.

 

Observando a las devotas, y sus prendas, se remonta un ambiente oriental, como si se estuviera en India, ese pequeño templo ubicado en la 32 con Caracas, en la ciudad de Bogotá, refleja el sentido de distinción e identidad al cual se refería Yiva, para resaltar ante la sociedad citadina Colombiana. Dentro de su cultura, las vestimentas y la ropa son significativas al igual que los ornamentos o accesorios, en la cara o en el cuerpo.

 

Con barro traído de la India, de textura dura y de color claro, se da inicio a una rutina que realizan a diario las mujeres de Krishna. Con un poco de agua, diluyen un pedacito de la barra, con su mano dibujan en su frente una V que en la punta inferior, finalizan con una forma de hoja. Este símbolo se llama tilaka, se deja durante el día y por su componente natural, se va diluyendo hasta la noche. Las devotas y devotos lo usan como distinción frente aquellas personas que no pertenecen a la comunidad.

Acto seguido, empiezan a enrollar en su cuello, lo que para ellas es un símbolo de feminidad y protección. Las cuntis son un collar sagrado elaborado de árbol de Tulasi, una planta sagrada en India y que da señal de que el cuerpo humano que habitan tiene un alma, un templo sagrado. Sin embargo, su significado no solo se adhiere a lo femenino y a la protección. – Las cuntis son collares largos, las personas que lo usan con una vuelta están iniciando el proceso de devoción y de vegetarianismo y las que lo usan de tres vueltas, es porque están iniciadas con un maestro espiritual, listas para cumplir los cuatro principios completos del Bhakti Yoga –  va diciendo Yiva mientras se coloca el suyo y le da tres vueltas.

 

En el proceso de preparación, salen a relucir unos mantos grandes y largos de colores, con brillos, unos en satín, otros con diseños llamativos  – estos son los saris – indica Yiva. Son telas largas que se enrollan en el cuerpo, se les da la forma de vestido y los usan principalmente para hacer la puya[2], algunas devotas lo acompañan con velo y ornamentos.

 

Los saris, pueden usarse en cualquier momento, sin embargo, son muestra de amor y respeto a la deidad, en el momento de cocinarle o en la práctica espiritual, en donde cantan y se dirigen al Sadhana[3]. Por un momento, mi mente se trasladó a India, la música que ambientaba el momento, el olor a incienso y la manera en la que las devotas, con calma, concentración y devoción enrollan los saris en su cuerpo, me hizo pensar en un acto muy significativo culturalmente y fue una boda Krishna.

 

Aunque, no tuve la dicha de participar en la boda, Yiva con amor relata su experiencias – es un momento maravilloso, las novias nos ponemos nuestros mejores saris, ojalá de color rojo, nos preparan desde la noche anterior, con rituales y ayunos que nos dirigen a una unión eterna con nuestro compañero de vida –. En la celebración del matrimonio, las mujeres de la cultura vaishnava usan saris muy llamativos, portan joyas opulentas en todo su cuerpo y muchas, por tradición llenan su cuerpo de tatuajes en Henna.

 

– La opulencia de las joyas significa que se está adorando a la diosa Lakshmi, diosa hinduista que representa la fortuna. Entre más ornamentos, aretes, collares y pulseras, significa que es la misma opulencia y fortuna que va a tener el hogar – dice Yiva, mientras me enseña las fotos de su boda. A pesar de estar Colombia, su cultura está muy marcada, tal y como lo refleja en su texto, Saris, kimonos y otros fetiches de la feminidad: el viejo orientalismo en el mercado global, Belén Matín Lucas (2005), las mujeres con sari se pueden considerar una etiqueta de denominación cultural.

 

Y sin duda, su vestimenta denota una identidad cultural, no solo en el momento de usar un sari.  Además de este traje tan tradicional, existen tres más. Uno de ellos es el Gopi Dress, es una falda que se pone con una choli, que es una blusa pequeña que va hasta las costillas, se viste con una falda y un velo. Este traje es más informal, lo usan especialmente para salir, para ir a los Hari Naam, que es la reunión en grupo a cantar los nombres de la comunidad en la calle para compartir con la gente.

 

Otras de las prendas es el Punyabí (o punjabi), que es una blusa blanca o de colores, que va hasta la mitad de la pierna y debajo de esta se puede poner un pantalón o lo que la mujer desee. El punyabí es la vestimenta que más prevalece en las mujeres de la comunidad. Se usa también para salir, o en espacios de estudio, calle, casa, para hacer mercado o ir a un centro comercial.

 

Con el paso de los años, la moda india ha innovado en sus prendas de vestir. Las nuevas generaciones usan un Anarkali, un vestido bonito, llamativo, opulente, que es completo y va hasta media pierna, en la mayoría de los casos se acompaña con un pantalón debajo.

 

Aquellas mujeres colombianas, rinden devoción a su divinidad a partir de las prendas que usan, con los largos saris, bailan, cantan, se diferencian de la moda local bogotana, pero, hay más, las prendas no solo las usan para ellas, también se empijama, se baña, se alimenta y se viste a la divinidad.

 

– Se tienen deidades, no para decir que son dios, sino como cuando uno tiene una relación con alguien y se va a fortalecer, a medida que uno comparte con esa persona – afirma Yiva después del  ritual de Mongol Arti.

 

En efecto, como muestra de respeto y amor a la deidad, las mujeres de la comunidad se dirigen al templo, unas en sari, otras con gopi dress, se despierta a la deidad con el maha mantra[4], se le ofrece un dulce y se da comienzo a la rutina más importante del día a día. Krishna está en pijama, mientras se canta, se le pone la ropa del día, pequeños vestidos confeccionados por los mismos devotos. Se viste de un color específico que depende de la astrología de acuerdo con la alineación de los planetas y del campo energético. Una vez la deidad esté lista, se le trae el desayuno. Tiempo después, luego de que Krishna toma una siesta, le ofrecen el almuerzo, y en la tarde se le entrega la cena, se canta y se vuelve a empijamar.

 

Este ritual de dedicarse a la deidad, es muestra de tiempo y amor que se tiene por ella. A Krishna y sus gustos se le conoce gracias a las sagradas escrituras, pero, es un proceso espiritual de cada devoto, porque la relación con ella – no debe ser solo pedir y orar, se le debe dedicar, tiempo, espacio y amor – finaliza Yiva.

 

Y es así el diario vivir de las mujeres de Krishna, además de crear una identidad cultural a partir de sus creencias y su forma de vestir, rinden su vida a la devoción por aquel dios que para ellas es amoroso y aunque no están en la obligación de hacer uso de estas, en su filosofía la mujer es fuego y su vestimenta transmite castidad. Sus prendas ayudan a predicar, son muestra del proceso espiritual individual por en que ellas están pasando, pero, es el amor genuino entre Krishna y ellas el que les alimenta su alma y espíritu. 

[1] Práctica o ritual de devoción de la madrugada

[2] Acto de adoración a la deidad.

[3] Práctica espiritual Hare Krishna.

[4] Mantra: Hare Krishna, hare Krishna, Krishna Krishna, hare hare, hare rama, hare rama, rama rama, hare hare

Almas espirituales

Nuevamente escucho Hare Krishna, Hare Krishna, Krishna Krishna, Hare Hare, Hare Rama, Hare Rama, Rama Rama, Hare Hare. Este sonido trascendental, milenario y tan representativo de la cultura Vaishnava, se aparece en cada uno de mis encuentros con las devotas y devotos de la comunidad. Sonido, que explica muchos de sus ideales y de sus creencias actuales, que, contrarios al pasado hoy nos dan paso a una modernización del ideal tradicional de religión con el que diferentes culturas y religiones se identificaban o se identifican actualmente.


Ellos son Radhe y Krishna, dos entidades espirituales que nacen de aquel sonido trascendental llamado el Maha Mantra. En realidad, estas dos deidades son una, un solo ser supremo, un solo Dios. Van juntos al compás de una danza que unifica el sentido de los Hare Krishna. Los sonidos, los cantos, los mantras, vibran en pro de aquella pareja que no deja de danzar al ritmo del Maha Mantra para llenar de espiritualidad a sus devotos.


Radhe, representa aquella parte del amor divino, la eterna compañera, la esencia femenina de su compañero de baile Krishna. Krishna representa la fuente de todas las cosas, la parte masculina. En su eterna danza, a sus devotos por medio de los vedas, les han enseñado el valor y la significación de las mujeres y de la energía femenina como madre, abuela, joven y pilar fundamental de la comunidad.

Sin embargo, es inevitable pensar en como una religión de ascendencia oriental, en donde en su sociedad hoy se vive el machismo y que en su momento, como lo expone el autor Rochford (2007) en su texto Krishna Woman, la mujer se consideraba como una energía ilusoria. Esto tenía implicaciones degradantes, discriminatorias y de rechazo, ya que para la comunidad ese tipo de energía merecía el escrutinio público y el rechazo total. Pero hoy todo es diferente, ya que existen nuevos ideales en pro del empoderamiento femenino, pero específicamente, en Bogotá, Colombia.


Vasu, Madan Krishna y Acintya. Tres devotos de la comunidad narraban sus ideales y experiencias con las mujeres de su comunidad. Me sentí gratamente sorprendida al escuchar como para ellos el valor de la mujer es más importante que un ideal sin importar su condición.
– Creo en la potencia de la mujer está todas las capacidades, en el valor que tienen. Me encanta que las mujeres hoy sean trabajadoras, liberadas y hagan su propio destino. – explicaba Mandan Krishna, mientras se forjaba un diálogo sobre las mujeres de su comunidad.


Por mi parte, pensaba en cómo aquella teoría que había leído sobre la religión y sobre el trato que en muchos casos le dieron a sus mujeres, donde mucha habían sentido un grado de sexismo que no les permitía avanzar en su espiritualidad (Rochford, 2007), hoy se había transformado en una igualdad de género. – Hombres y mujeres tienen una constitución diferente y una psicología diferente también. Teniendo eso en cuenta se entiende que cada uno tiene sus fortalezas y debilidades en ciertos campos, pero, dentro de la comunidad se ve un poco más la cualificación de la persona más que del género – decía Vasu, uno de los devotos pertenecientes a la comunidad Hare Krishna de Bogotá.


Para los Hare Krishna, hoy se debe entender el liderazgo, como el don del servicio. No importa si se trata de una mujer o un hombre, mientras más don de servicio se tenga, más se refleja el camino de conciencia y espiritualidad de la persona. – Las relaciones no están basadas en el poder, sino en el servicio. Los líderes son quienes más sirven a los demás. Son ellos los que tienen un don de servicio y manejan los recursos en pro de la comunidad. No se trata de una organización jerárquica, sino en formar una comunidad orgánica con el servicio, no con el poder – afirma Madan Krishna.


Y aunque hoy, los Hare Krishna conciben el término feminismo de manera diferente a lo que la teoría nos ha enseñado, para ellos el cuerpo, sin importar el género, es solo un vehículo que lleva hacia el camino de su Dios, Krishna. – En nuestra filosofía tratamos de mantener un equilibrio, porque nosotros no somos ni hombres, ni mujeres, somos almas espirituales. Sabemos que en la naturaleza existen diferencias entre hombres y mujeres, pero, en realidad se trata de guardar respeto para ambos entendiendo que fuimos criados en una sociedad machista, pero, hoy nosotros respetamos a las mujeres– comentaba Acintya.


Gracias a la introspección con la comunidad Hare Krishna hoy es posible afirmar, que aquella danza que no para entre Radhe y Krishna, ha forjado un respeto, amor y devoción sobre la esencia de la mujer. – Nosotros como devotos hombres apreciamos y admiramos a las mujeres. Por todo lo que ellas representan: delicadeza, amor, cariño, belleza, instinto maternal y todas las demás cualidades que hacen parte de la esencia femenina. Todo hace parte de un respeto y gran admiración, incluso nuestras gurinas nos guían como maestras – aquella admiración a la que se refiere Madan Krishna, es muestra del respeto e igualdad que se refleja hoy dentro de la comunidad.


Y es así como la danza eterna, el baile, el amor y devoción por la esencia femenina, transforma aquellos errores del pasado, esos errores que las sociedades y tradiciones implantan en las almas jóvenes, en los nuevos devotos, en la decisión de escoger y ser. Es por esto, que aunque esta investigación se basó en la experiencia femenina de las mujeres de la comunidad, hoy los hombres devotos, tienen voz para explicar aquel cambio y transformación de la tradición religiosa, en una tradición moderna con una Radhe eterna para el futuro.